Jose Luis Garcia Tenorio
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La ermita de San Pedro de la Zarza, popularmente conocida en la actualidad por San Mamés, construida a finales del siglo XIII y principios del XIV, se sitúa en la zona arqueológica de la ciudad romana de Turóbriga. Se trata de un edificio de planta basilical de tres naves separadas por arcos apuntados con alfiz que descansan sobre pilares rectangulares achaflanados. La central presenta un ábside semicircular con bóveda radial, precedido por un tramo rectangular cubierto por una bóveda de nervadura sexpartita, y las laterales concluyen en testeros planos y están cubiertas por colgadizos de madera que configuran la vertiente a dos aguas de los tejados.
A este núcleo principal se añadieron, en distintas ampliaciones, varias estancias periféricas destinadas a sacristía, almacén y vivienda para el santero adosadas al lado de la Epístola, así como la torre-fachada que se levanta sobre el hastial y se compone por una caña, en cuyo tercio inferior se abre un gran arco apuntado que sirve de acceso principal y que es el más antiguo de los tres que posee el templo, el cuerpo de la torre y el de campanas, con cinco vanos de medio punto con alfiz y rematado por un chapitel poligonal y cuatro elementos piramidales en las esquinas. Este conjunto, junto con el pórtico de arcos rebajados que lo precede, compañero al que se dispone adosado a la fachada de la Epístola, conforma la visión volumétrica exterior más impactante, podemos encontrar sillares romanos de acarreo en el basamento y algunos refuerzos de esquinas, mampostería de piedra caliza con bloques irregulares de mediano tamaño en el núcleo central de la construcción y ladrillo en las portadas, ventanas, torre y tramo recto del ábside elementos correspondientes a las intervenciones de los siglos XV y XVIII.
El interior del templo se encuentra enfoscado y encalado, lo que ha ocultado durante siglos la decoración a base de pinturas murales, que le añade un gran valor patrimonial. Éstas se encuentran localizadas en los muros laterales, los pilares, las arquerías y el púlpito, mezclándose diferentes tipologías (decorativas y figurativas) y técnicas pictóricas, aunque todas son datables hacia la mitad del siglo XV.
Desde 1984 a la actualidad se han recuperado diferentes zonas, destacando las que se encuentran en el muro norte o del Evangelio donde en la zona superior de su paramento se encuentran tres paneles con los temas de San Cristóbal, la Anunciación y la Última Cena. El primero, tocado con túnica roja, aparece con su iconografía habitual, o sea como gigante sosteniendo al Niño Jesús apoyándose en una palmera y llevando además una rueda de molino; destaca en esta representación la aparición de cinco posibles peregrinos representados a menor escala sobre el cinturón del Santo. El panel central recoge la escena de la Anunciación con San Gabriel en actitud reverente portando una filacteria y con la Virgen de rodillas ante un reclinatorio. La composición muestra la preocupación del autor por conseguir un efecto de perspectiva al disponer la solería de la estancia en forma de espina de pez. En el sector inmediato al testero se representa la Última Cena. Los personajes, con Jesús en el centro, se sitúan ante una gran mesa salvo Judas Iscariote que aparece ante ella de espaldas al espectador. Todas las figuras están individualizadas en función de sus rostro, postura y vestimenta, destacando Juan que se encuentra recostado sobre la mesa. Las tres escenas aparecen separadas pero enmarcadas por una cenefa de motivos florales y, bajo la Anunciación, de menor escala que las otras dos, se sitúa un damero de efectos tridimensionales. En todas las pinturas predomina el dibujo a base de trazos ocres sobre el color, de carácter plano sin matices destacando el uso del rojo. Estilísticamente se sitúan en el gótico internacional aunque su arcaísmo formal las relaciona con algún maestro local. En el púlpito se localizan restos de pinturas decorativas de carácter geométrico que enmarcan tableros y una posible representación de San Pedro con sus atributos.